Eso pensé la primera vez que alguien dijo en el trabajo que yo era lesbiana. Fue la primera vez que tampoco me dolió ni me importo que lo dijeran. Pensé realmente que el día que yo lo tratará como algo tan normal y una cualidad más de mi, dejaría de ser chisme.
No sé si en algún momento podré definir cuándo empezaron a gustarme las mujeres. Recuerdo que la primera vez que me acusaron de lesbiana yo tendría 16 años, y me llegó a mi correo personal un email con el nombre de una amiga y el apellido de un amigo -claramente inventado- diciéndome que ya no mienta más, que reconozca que me gustaban las mujeres y que nadie más sería capaz de estar conmigo.
Hace 10 años atrás la homosexualidad no era algo tan común como en estos días, aunque yo estaba familiarizada con la situación por que mi tía es lesbiana desde que tengo uso de razón -aunque en mi familia nunca se hablará sobre esto.
Pasados años después, yo llorando por la partida de un gran amor -yo diría el hombre de mi vida- una de mis mejores amigas de entonces escupió "Yo no quiero ser tu novia". Un tanto aturdida por semejante acusación, creo que no supe qué contestarle más que "¿Y quién te dijo que yo quiero ser tu novia?". Lo que siguieron a ese día fueron un terrible aluvión de chismes que finalmente llegaron a mis oídos. Chismes tales como que todo el mundo ya lo sabía, que habían hablado con mis padres sobre mi (hasta ese entonces) supuesta homosexualidad, que mis amigos eran los encargados de desparramar dichos chismes y sobre todo llanto, mucho llanto. Me costó mucho tiempo recuperarme de eso, de la traición. Me aleje de todo eso que había construido, me alejé de mi y construí un nuevo mundo. Sinceramente, uds. (si hay un uds.) se preguntaran si perdoné a esos amigos. Lo cierto es que nadie me pidió perdón y yo decidí perdonarlos igual. Enfrentar a los que realmente sentí que me herían y del resto mejor ni hablar.
Fue así como años después, cuando ya tenía mis 21 años una niña me confesó que le gustaban las mujeres, y yo me opuse a sus gustos. No por discriminarla, sino por que sin comerla ni beberla, sabía de lo mucho que te podían lastimar las palabras de aquellos que no entendieran; hasta que me dí cuenta que oponiéndome, no hacía más que lo mismo que aquello de lo que quería protegerla. Fue así como empecé de a poco a conocer una relación entre mujeres, sin contar la de mi tía, y ahí se desató un mundo de confusiones para mí...
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