Yo no le pude poner palabras, y encontré éstas por Carla Castello en el diario Crítica y me pareció lo mejor.
"Y ahora sólo duele que se vayan tan pronto. Prefiero imaginar que se amontonan en la mesa del bar del cielo, a la derecha. Alberto Olmedo imita al manosanta y arrincona con besos a Gilda bailantera. Se ríe Tato Bores y denuncia a los gritos la corrupción del cielo. Sacude la peluca. Dios se mata de risa. Adolfo Castelo saca un pizarrón y asocia incongruencias. Roberto Fontanarrosa pega su oreja contra la nube más cercana a Rosario para escuchar los goles. Y llega Jorge Guinzburg, y lo aplauden de pie.
Ahora sólo duele que se vayan tan pronto los próceres mediáticos. Los hombres que te enseñan a ser seres humanos. A que no queme tanto en el intento.
Se nos fue Jorge Guinzburg, el bigote entrañable. El día está muy gris y llora el alma. Las palabras parecen tan banales ante la muerte. Mete miedo que Dios sea tan avaro que se los lleve a todos.
Entonces, estarán de parranda. Eso quiero pensar. Las putas del cielo deben estar buenísimas. Y las conversaciones son un poco más ágiles. Porque en el cielo cielo no existe gravedad.
Al revés duele menos. Cuando uno se imagina a todos en una mesa larga de asado de domingo. El vino es gratis y nunca se termina. A los comensales les gusta el humor negro. Son unos tipos dulces, buena gente. Cabrones. Surrealistas.
Acá se los extraña.
¿Quién nos va a hacer reír ahora?"
"Y ahora sólo duele que se vayan tan pronto. Prefiero imaginar que se amontonan en la mesa del bar del cielo, a la derecha. Alberto Olmedo imita al manosanta y arrincona con besos a Gilda bailantera. Se ríe Tato Bores y denuncia a los gritos la corrupción del cielo. Sacude la peluca. Dios se mata de risa. Adolfo Castelo saca un pizarrón y asocia incongruencias. Roberto Fontanarrosa pega su oreja contra la nube más cercana a Rosario para escuchar los goles. Y llega Jorge Guinzburg, y lo aplauden de pie.
Ahora sólo duele que se vayan tan pronto los próceres mediáticos. Los hombres que te enseñan a ser seres humanos. A que no queme tanto en el intento.
Se nos fue Jorge Guinzburg, el bigote entrañable. El día está muy gris y llora el alma. Las palabras parecen tan banales ante la muerte. Mete miedo que Dios sea tan avaro que se los lleve a todos.
Entonces, estarán de parranda. Eso quiero pensar. Las putas del cielo deben estar buenísimas. Y las conversaciones son un poco más ágiles. Porque en el cielo cielo no existe gravedad.
Al revés duele menos. Cuando uno se imagina a todos en una mesa larga de asado de domingo. El vino es gratis y nunca se termina. A los comensales les gusta el humor negro. Son unos tipos dulces, buena gente. Cabrones. Surrealistas.
Acá se los extraña.
¿Quién nos va a hacer reír ahora?"
Me hizo reír como ninguno durante muchos años, muchos ciclos y aparte de ser un excelente humorista, fue un excelente periodista, el mejor entrevistador lejos.
Sin duda lo voy a extrañar mucho, pero siempre quedaran las sonrisas.
una tristeza ENORME.
ResponderEliminaryo todavía no lo creo...
una mierda, la verdad.
Donde estas?
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